En la orilla del Lago de Atitlán, Cerro de Oro ofrece turismo comunitario, cultura viva y paisajes que conquistan a los visitantes.
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La aldea Cerro de Oro, en el municipio de Santiago Atitlán, Sololá, se consolida como uno de los destinos turísticos más atractivos a orillas del lago de Atitlán gracias a su riqueza natural, cultural y comunitaria.
Su principal emblema es el imponente Cerro de Oro, también conocido como "El elefante dormido", desde cuya cima se pueden apreciar miradores naturales con vistas panorámicas de los municipios que rodean el lago.

El lugar cautiva por su belleza escénica, sus altares mayas y espacios sagrados que reflejan la espiritualidad del pueblo tz'utujil, así como por su playa pública de aguas cristalinas, ideal para el descanso y la recreación. Además, ofrece opciones gastronómicas y de hospedaje que permiten al visitante disfrutar de la comida local y de la hospitalidad característica de su gente.

Con una población cercana a los 7 mil habitantes, distribuidos en los cantones Paguacal, La Cumbre, Tzanchalí y Patzilin Ab'aj, la comunidad mantiene un modelo de autoridad tradicional con más de un siglo de historia.
"El cargo que ejercemos es ad honorem por un año; trabajamos junto a los Consejos Comunitarios de Desarrollo (Cocodes) y comités locales para impulsar el desarrollo de la comunidad", explicó Cruz Quevac, primer alcalde comunitario.

Entre los proyectos prioritarios de este año destacan la construcción del nuevo edificio de la alcaldía comunitaria, iniciada en 2021, así como la promoción del turismo comunitario, la educación y la salud como pilares de desarrollo local.
Historia y tradición
El guía turístico Aníbal Sicay explicó que el cerro cuenta con cuatro miradores que ofrecen vistas únicas del lago y una cueva legendaria, donde, según la tradición oral, los antepasados tz'utujiles ocultaron oro antes de la llegada de los españoles, dando así origen al nombre Cerro de Oro.

La aldea, cuya economía se basa en la agricultura, la artesanía, la albañilería y el tejido, apuesta por un modelo de turismo sostenible que preserva sus tradiciones mientras comparte con los visitantes la esencia cultural y natural del altiplano guatemalteco.




