"Perdí mis documentos, mi dinero, mi celular y también perdí mi esperanza en Guatemala; y mis ganas de seguir adelante", narra Ricardo en sus redes sociales, un joven que padece cáncer y que viajó a la capital para ser atendido. En la ciudad vivió una de las peores experiencias de su vida.
El hilo publicado en Twitter cuenta como Ricardo viajó de Chiquimula, el pasado 3 de abril hacia Guatemala. Su destino era una vivienda en zona 11 donde pasaría la noche. Al día siguiente debía acudir al Hospital Roosevelt para solicitar una cita para exámenes y la asignación de una fecha, por lo que madrugar era indispensable.
CÁNCER, ASALTO, MALTRATO Y CONTAMINACIÓN, ESTA ES #MIGUATE
El día miércoles 3 de Abril salí de Chiquimula rumbo a la ciudad capital a eso de las 2 de la tarde, llegando a Centra Norte empezó lo que sería GUATEMALA EN SU MÁXIMO ESPLENDOR.
sigue hilo.
Cansado por viajar casi 5 horas (los casi 172 km que hay) comienzo a estirarme y observar como la gente camina de un lado a otro afligidos por que la guate nocturna está próxima a asechar, y es que la guate nocturna es tan pura mierda...
Canche, pa' dónde vas? 50 baros te voy a cobrar, canche Zona 1, Zona 7, Zona 10 pa' dónde vas?
-Voy para Zona 12, ahí enfrente del Pacific Center, a las charcas. -Uf viejo, ahí te sale caro: 125 te voy a cobrar y te dejo ahí por la Aguilar Batres o donde vayas.
Su llegada a la ciudad
Su narración comienza en la zona 18 de la capital en la Centra Norte, a donde llegan todos los buses que provienen del oriente del país.
"Llegué a Centra Norte, cansado de viajar cinco horas, ya casi era de noche los taxistas de ese lugar cobran 125 desde ese lugar para Las Charcas", explica Ricardo en sus redes. Por lo que prefirió tomar un servicio que lo dejara en zona 1.
Al notar que ignoraba sus ofertas me dijo en tono de burla: solo pajas y ni pisto para pagar cargas. Claramente fue una burla pesada pero me gusta creer que esa es nuestra forma de agradar aquí en la capi.
Ricardo por fin llegó a Plaza Barrios en la zona 1, buscó algo de comer pero la inseguridad de los alrededores lo llevó a subirse a un Transmetro y apresurar su llegada a la zona 11.
- RECUERDA:
"La gente que viaja a esa hora no te saluda, no te voltea a ver, porque tiene miedo, desconfianza y lo único que quiere es llegar a su destino", agrega.
El calvario del Incan
Finalmente, Ricardo llegó a su destino. Pasó la noche en esa casa para luego madrugar y llegar a las cercanías del Hospital Roosevelt.
Caminé 4 cuadras y algo hasta llegar al Hospital Roosevelt y justo en esa esquina, antes de cruzar; recordé como meses anteriores salía del INCAN sin cabello, sin aliento, sin nada más que solución salina y veneno en las venas, invadiendo cada uno de mis órganos.
"Tomé el Transmetro, llegué al Trébol y caminé, el estómago se me hizo chiquito y recordé como meses antes salía de ese lugar sin nada más que solución salina, y veneno en las venas", agrega Ricardo.
No me sorprende ni quiero hacer hincapié en el asqueroso servicio de salud pública que tenemos. Me tomaría cien tweets más contarles las caras que me hicieron, las respuestas irónicas y de mal gusto con las que me atacaron.
Al llegar al lugar muy temprano hace la cola respectiva y consigue pasar luego de obtener un número. "En ese lugar no existe empatía por la desgracia ajena, no existe amor por el trabajo ni profesión, nos hemos convertido en un estado corrupto y ladrón con seres programados en asistir a sus horas de trabajo exactas para cobrar un cheque que no alcanza para nada", narra el joven.
Finalmente, a las 12:00 pasé y no tardé más de 10 minutos para recibir lo que necesitaba, una orden con los exámenes que necesitaba y una hoja con mis datos para solicitar mi carné. Así lo hice, para las 12:30 ya tenía mi carné y procedía a...
Llegó al Roosevelt a las 5:00 de la mañana y logró salir al mediodía con una orden para exámenes. Ahora necesitaba una cita para ser atendido. Ricardo busca al médico pero este salió por una "complicación", al joven le dicen que vuelva al otro día.
"Al salir pensé putamadre, vengo desde Chiquimula y solo necesito que me agreguen fecha, quise regresar y abandonarlo todo, pero ya tenía orden de exámenes que no podía pagar y decidí volver al siguiente día", confiesa.
Regresé a información y me dice el don: dice el doc que le salió un atraso, que venga mañana temprano, que le va a hacer el favor de atenderlo de una vez, no va a tener que esperar tanto. ¡Putamadre, yo vengo desde Chiquimula, y solo necesito que me agreguen una fecha! -Pensé.
La pesadilla
Ricardo regresa al día siguiente. En el Incan le confirman que su cita será para el 8 de julio. "Salí fui feliz de salir de ese desagradable lugar, pero pensaba en cómo hacer esos exámenes más pronto, me decía a mi mismo, no el cáncer no ha vuelto olvidalo".
Comí algo liviano para no sufrir de hambre en el camino y decidí caminar, así lo hice, caminé y caminé pensando qué hacer para hacerme esos exámenes más pronto, sabía que algo andaba mal, tenía una batalla mental en donde me decía a mi mismo: no, el cáncer no ha vuelto, olvídalo.
Ricardo explica que al volver al Trébol recibió una llamada de su mamá a quién le dijo que todo saldría bien y que su cita sería pronto. "De pronto alguien jaló mi celular y con una navaja al cuello me quitó mi mochila. Sí tenía miedo, me quedé petrificado".
Llevaba mi mochila al frente porque "así es más seguro" subir al metro, cuidando tus pertenencias. Antes de subir a la pasarela del trébol recibí una llamada de mi madre preguntándome qué tal me había ido, le respondí diciendo que la cita seria "pronto" que todo iba a estar bien.
El joven como pudo regresó a Plaza Barrios y llegó finalmente a Centra Norte, pagó un boleto para Zacapa, ya que solo para eso le alcanzó lo poco que le quedó en los bolsillos.
"Me bajé en Zacapa y sin nada en las bolsas sentí alivio, sentí haber escapado de esa ciudad que me dejó vulnerable, derrotado, presté un celular y llamé a mi madre a quien le dije que había olvidado mi celular en un bus y que llegaría pronto", explica Ricardo en sus redes.
En ese momento caminé sin saber a donde, estaba atusado, nunca me habían asaltado antes, no sabía que hacer. Estaba ahí, cerca de la estación Trébol sin saber qué hacer, entonces toqué mi bolsillo y sentí unas monedas y unos billetes. Sentí alivio pero seguía sin saber que hacer.
Llegando a la calurosa ciudad de oriente me bajé y aun sin ninguna pertenencia y sin un quetzal en bolsa sentí alivio, sentí haber escapado de esa ciudad que me dejó vulnerable, derrotado. Llegué a la casa de la mamá de una amiga y me abrazó y me invitó a pasar.
Perdí mis documentos, más de Q500, mis tarjetas de bancarias y una mochila con ropa y artículos personales. También perdí mi esperanza en Guatemala y mis ganas de salir adelante.
Finalmente, la historia de Ricardo concluye con un "perdí mis documentos, dinero y mi esperanza en Guatemala, en mi teléfono se fueron fotos de cuando pasé por quimioterapia, no es algo lindo pero me ayudaba verlas".
ah y mi teléfono con todas las fotografías de todo lo que sufrí cuando pasé por la quimioterapia. No es algo bonito de ver pero me ayudaban mucho verlas.
Disculpas y ayuda
La publicación se ha vuelto viral y ha tenido una respuesta positiva. Muchos usuarios que viven en la ciudad le ofrecieron disculpas, otros le indicaron que con gusto le dan albergue temporal para que venga a realizarse sus exámenes.
Esla realidad de la capital, tengo familia en oriente y tienen la misma visión y miedo de venir y si lo hacen es por alguna obligación. Los q vivimos aquí nos volvimos zombies, quisiera tener la esperanza de q va a cambiar pero es mentira, Perdón hermano por la mala experiencia.
— Rojo_Robot_Man (@SnoopDoggystar) 8 de abril de 2019
Ricardo, te doy las gracias. Yo estaba triste por otras cosas, tan sin importancia y luego leo tu experiencia. Lo siento, en serio. Quisiera poder cambiar todo y se que no se puede. Hay un grupo de amigos, médicos con alas de ángel, tienen un centro p/cancer. Mándame dm si queres
— Michele (@micheleconunaL) 8 de abril de 2019
Los comentarios siguen y siguen, muchos culpan a la corrupción en las instituciones públicas, otros al ajetreo diario que se vive en la ciudad, pero muchos se sintieron terriblemente devastados ya que la historia, aunque sea dolorosa, suena bastante común, a muchos les pasó, a todos nos ha pasado.





