El sonido del martillo sobre el yunque anuncia que el oficio de herrador aún vive gracias a don Óscar Leonel de León Ordóñez, de 58 años
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El vecino quien reside en el cantón San José, aldea La Federació, San Marcos, cuenta que aprendió el arte del hierro a los cinco años, observando a su padre, don Rafael de León. Con tan solo 9 años, dejó la escuela para dedicarse de lleno a la herrería.
Don Óscar trabaja de forma artesanal. Con materiales que otros desechan, como hojas de resorte y partes de chasis, fabrica herraduras y herramientas para albañiles.

Su taller, improvisado junto a su casa, cuenta con una fragua hecha de chatarra, y todo lo elabora a mano, sin maquinaria moderna.
Vecinos de aldeas cercanas, como El Bojonal, El Rincón, Tanil y Tierra Blanca, lo buscan por su experiencia. También es conocido en Calzada La Independencia, de San Pedro Sacatepéquez.

"Su trabajo es bonito y fuerte, se nota que lo hace con cariño", comenta don Axel Velázquez, cliente habitual.
En un mundo que cambia rápidamente, este herrador mantiene viva una tradición casi extinta. Entre fuego, humo y metal, honra a su padre, a su sobrino y al arte de forjar, lo que para muchos es desconocido.

Más que un oficio, para De León la herrería es un legado y un acto de memoria. En cada golpe recuerda a su sobrino Erick Humberto Soto, "Petio", quien lo ayudaba hasta altas horas antes de fallecer hace cuatro años.
"Todavía lo extraño", dice mientras detiene brevemente su trabajo. Con humildad, afirma que no busca fama, solo continuar con lo que ama. "Este trabajo necesita fuerza, pero sobre todo amor por lo que uno hace. Mientras pueda, aquí seguiré", sostiene el herrero.




