Un trabajador de la Tipografía Nacional termina su turno y se sienta a descansar en una banca a la par de la salida. Ya es tarde y han cerrado la mayoría de puertas, cuando una mujer con una niña pequeña en el regazo se le acerca:
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—Joven, buenas noches. ¿Me puede indicar dónde queda la salida?
El servidor público piensa que la mujer es de las personas que se quedaron rezagadas. Entonces le indica que hay dos posibilidades: que salga por la 6a. avenida "A" o por la 7a. La más cercana es la última. Ella agradece y toma la ruta que él le muestra.
El funcionario llama por radio a seguridad para preguntar si ya llegó la señora.

—Negativo, cambio, —le explican.
El joven se levanta y junto con los agentes van a buscar por los pasillos, pero no la encuentran. Deciden regresar a la salida para revisar el video de la cámara de seguridad.
Un frío recorre la piel de todos, cuando se percatan de que en el video, efectivamente se ve sentado el muchacho, pero está hablando solo. Ni la mujer ni la niña aparecen. Al fondo, una bruma blanca se diluye en la puerta.

Jornadas de miedo
Según testigos, en la Tipografía Nacional ocurren muchos sucesos como el anterior. En la misma sala de redacción, un fantasma tomó la agenda de uno de los editores y la lanzó con furia al suelo.
En otra ocasión, un enorme mapa de Guatemala se tambaleó de la pared hasta caer sobre una computadora nueva.
Ambos sucesos fueron grabados con cámaras y en ellas, nadie sale haciendo esas averías. Hasta la fecha, no existe explicación de lo sucedido.




