Principales Indicadores Económicos

  • Por Soy502
04 de noviembre de 2013, 13:48
Esta es la fotografía del Mazda blanco que estaba hostigando a la chica aferrada a su bolso, la mañana del 20 de octubre de este año. (Archivo del celular de Andrés Fonseca)

Esta es la fotografía del Mazda blanco que estaba hostigando a la chica aferrada a su bolso, la mañana del 20 de octubre de este año. (Archivo del celular de Andrés Fonseca)

Es un 20 de Octubre del 2013, 6:15 am, fecha en que conmemoramos la revolución de 1944 que derrocó a un gobierno de facto a manos de Ponce Vaides. Me dirijo a recoger a una amiga para correr en una competencia de 7km a la que asistimos como padrinos del evento, a beneficio de un hogar de ancianos. Manejo sobre la 20 calle de la zona 10, acelerando el paso para llegar temprano y convivir con los organizadores y patrocinadores de la carrera. Cruzo buscando la 10a avenida de la zona 14. Petra ya está lista, con los tenis puestos, ansiosa por buscar un poco de sufrimiento sobre el asfalto.

Viro a la derecha y observo un mazda 323, Hatchback color blanco, vidrios polarizados. Me llama la atención pues lleva las luces intermitentes. Justo a la par del auto veo a una muchacha caminando aferrada a su bolsa como una nodriza abraza a su bebé. La joven es "de clase muy sencilla, lo sé por su facha" diría Arjona, pero más atractiva que la media. En mi cabeza trato de entender el panorama, juego escenarios rápidamente.  "Se acaba de bajar del carro",  me digo a mí mismo, pero me parece extraño que siga caminando y el auto la acompañe al mismo paso. En un milisegundo, mientras voy a más de 80km por hora, me enfoco en la cara de la chica. Me impresiona su expresión, una mezcla de terror y desesperación marchitan su rostro. Sigo unos metros, pinto otro escenario. "Estos cobardes la están molestando o puede ser un asalto".

¿Saben? A veces hacer "lo correcto" simplemente no es suficiente.
Andrés Fonseca
, triatleta

De una u otra manera, con una pequeña acción puedo hacer que el incidente termine. Detengo la marcha, me hago a la orilla. Domingo a esta hora casi nadie transita por el lugar. El carro blanco sigue su mismo comportamiento, la chica esta vez se mueve hacia un lado tratando de alejarse. Doy la vuelta en U. "Todos los cobardes actúan igual", repito en mi diálogo interno, "si observan que me di cuenta y me acerco, probablemente aceleren y dejen a la mujer en paz". Pero no pasa nada, estoy a pocos metros de ambos y el carro no deja de hostigar. La joven mete su mano en la bolsa y busca algo. ¿Qué será? me pregunto impaciente. Ella saca un celular, un frijolito de los más sencillos, y se los muestra. Ok, ahora entiendo: sí es un asalto. Pero al ver el aparato no lo reciben. La joven lo guarda de nuevo, mientras yo estoy con la adrenalina a mil. Sé de lo que son capaces estos rateros, pueden matar por un teléfono móvil.

Ahora estoy seguro de que me han visto, por el retrovisor de un costado el tipo me observó. La chica sigue su camino ahora un poco más veloz. El carro la sigue; de pronto la intercepta y para en seco. No puedo hacer mucho, no tengo más que mi presencia para hacerles frente y ya entendí que no logré intimidarlos. Pienso rápido y recuerdo que a pocas cuadras hay una embajada y siempre tienen una patrulla cerca. Acelero a toda velocidad rezando por encontrarlos. Respiro agitado al ver el Hilux negro de la PNC y siento alivio. Llego bocinando desde metros antes, bajo la ventana y les alerto sobre lo que está pasando.

La patrulla se estaciona frente a esta casa, sede de la Cicig
La patrulla se estaciona frente a la sede de la Cicig. (Foto: Andrés Fonseca).

A todo esto ya me atrasé más de 10 minutos en el plan de llegada al evento, Petra estará más ansiosa todavía. El policía me agradece y se mueve a la posición del conductor. Yo acelero en busca de la casa de mi amiga y trato de planear la ruta más corta para llegar a Villa Nueva. En menos de dos minutos estoy frente a la casa y Petra ya está con un pie afuera cuando me detengo. Le digo que se apresure pero en mi cabeza hay un conflicto: ir por la ruta más corta o regresar a ver qué paso con la muchacha…

Le cuento rápidamente y sigo mi instinto, regreso a ver qué sucedió. Terrible descubrimiento: la patrulla está en el mismo lugar donde la dejé, sólo que esta vez no están los policías. No comprendo, estoy desesperado, miro a todas partes y encuentro a uno en la puerta de la embajada. Cuando me ve baja la mirada y ¡camina en sentido opuesto! No lo puedo creer, estoy ahora enojado como un toro, tengo que hacer algo, acelero de nuevo en dirección a donde estaba el carro blanco. Ni rastros del vehículo ni de la muchacha. Tenemos un compromiso y vamos tarde, sigo mi camino. Mezcla de furia, impotencia y sobre todo incertidumbre, voy como león enjaulado.

Corremos, compartimos, game over. Vamos de regreso a casa, nunca dejé de pensar en lo que pasó, tengo un terrible sabor de boca. La expresión de la cara de la chica está impregnada en mi mente. Dejo a mi amiga, ella siguió con su día, sólo platica de la carrera en el camino de vuelta. Llego a mi casa y estoy destrozado, trato de encontrar paz pensando que hice lo que pude, que actué correctamente, pero la imagen sigue allí.

¿Saben? A veces hacer "lo correcto" simplemente no es suficiente. ¿Podré olvidar esa cara? 

 

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