Hoy sigue vendiéndose la más reciente edición de la revista satírica francesa Charlie Hebdo. Tres millones de copias no fueron suficientes para satisfacer la demanda y saldrán a la venta dos millones más. La edición anterior, de la última que fue responsable el director Stephane Charbonnier, Charb, tuvo un tiraje de 60 mil. El incremento de ejemplares impresos fue de un asombroso 8 mil 333 por ciento, una cifra que desafía la imaginación.
Es asombroso el interés por la primera Charlie Hebdo de la cual son responsables los sobrevivientes del ataque del 7 de enero. A nadie le extraña que el número 1,178 de la revista se haya agotado en pocos minutos, e incluso que se haya subastado un ejemplar en más de $3,100.00. Sí: una revista como pieza de colección; sentir que se posee un pedazo de historia. Pero nadie espera que el número de la semana que siga a la actual tenga semejante acogida.
Así es la página central de la edición de Charlie Hebdo http://t.co/Dn0LDN9TD4 pic.twitter.com/iuN4lJjZ6P
Sin embargo, las respuestas a las preguntas que dejó la jornada de violencia que sacudió a Francia la semana pasada no pueden dejarse a los historiadores. Se necesitan lo antes posible. Ayer, cuando salía en la carátula del semanario la ya célebre imagen de una caricatura de Mahoma asegurando que “todo estaba perdonado”, la filial yemení de Al Qaeda se responsabilizaba de todas las muertes cometidas. Lo organizaron, lo financiaron y lo apoyaron ellos, no el Estado Islámico, el cual ha atraído toda la atención mediática en los últimos meses por las atrocidades que comete en Siria. Atrocidades entre las que figura asesinar cristianos o decapitar occidentales secuestrados.

Las agencias de inteligencia del mundo entero, y en especial la francesa, deben darse a la tarea de identificar si lo de Al Qaeda es un golpe maestro mediático o no. Determinar si en realidad dos jóvenes nacidos y criados en los suburbios de París estaban en contacto directo con un lugarteniente de Ayman al Zawahiri, médico egipcio que heredó la organización terrorista de Osama Bin Laden.

Determinar quién estuvo detrás de la ola de violencia es la mejor manera de prevenir otra similar, ya sea en las calles de París, de Londres o de cualquier ciudad estadounidense. Por ello, la unidad tendría que ir más allá de posar en una emblemática fotografía en la que Merkel, Hollande, Abbas y Netanyahu se presenten como un frente unido. La ausencia de una figura importante de la administración de Barack Obama fue sumamente criticada, dentro y fuera de Estados Unidos, pero es preciso enmendar la plana y trabajar en conjunto.
Se necesitan acciones para evitar arbitrariedades. Nada de responsabilizar a quien no se debe, por ejemplo. O decidir “vengar” a quien no corresponde. O empezar a criminalizar a cuanto clérigo islámico ose hablar en una mezquita en este lado del mundo. Nada de eso, ni por error.
Una voz radical como la de Marine Le Pen ya se pronunció a favor de revisar si Francia debe o no seguir dentro del Tratado de Schengen, el cual permite la circulación libre de personas dentro de varios países de la Unión Europea. Surgirán otras similares o aun más preocupantes. Ya ocurrió después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, cuando un Estados Unidos furibundo decidió arremeter contra el régimen de Saddam Hussein por, según ellos, ser en parte responsable del horror de esa tragedia. Los muertos en Irak fueron millones. No se vale repetir la historia reciente.





