El histórico Cuartel de Armas de San Marcos fue durante más de un siglo un símbolo de poder y orgullo, considerado una joya arquitectónica con su icónico reloj alemán y torreones medievales. El cuartel resistió sismos, pero no la modernización.
LEE TAMBIÉN: El drama milenario que la colonización no pudo silenciar: Conoce el Rabinal Achí
Imponente, histórico y lleno de vida, el cuartel de armas fue durante décadas el símbolo del poder y del orgullo marquense. Entre terremotos, abandono y modernización, su historia se apagó bajo los escombros de la memoria.
Fue una joya arquitectónica que marcó el corazón de la ciudad durante más de un siglo. Su reloj alemán marcaba las horas con campanadas que se escuchaban hasta las aldeas cercanas y sus torreones medievales se alzaban como guardianes del cielo marquense. Pero el tiempo, los terremotos y la indiferencia lo derrumbaron. Hoy, donde antes resonaban pasos militares y ecos de historia, se levanta el bullicio cotidiano del mercado y la terminal.

El origen del cuartel se remonta al siglo XIX, cuando Justo Rufino Barrios comenzaba su carrera política. En esos años ya se hablaba de un edificio militar en San Marcos, lo que sugiere que existía desde los tiempos de Rafael Carrera o Vicente Cerna.
Ese primer cuartel se ubicaba donde hoy está el Parque Central, con su fachada orientada al poniente. Durante excavaciones modernas aún se hallaron restos de cimientos y drenajes, testigos de aquella estructura ancestral.

El 18 de abril de 1902, el terremoto conocido como el de San Perfecto destruyó casi por completo el edificio. Bajo el gobierno de Manuel Estrada Cabrera se decidió construir un nuevo cuartel en el extremo oriente del parque, en el terreno donde hoy se ubica un centro comercial.
La dirección estuvo a cargo del coronel de ingenieros Ignacio López Andrade, marquense de nacimiento. Su arquitectura recordaba los grandes castillos europeos, con torreones firmes y ventanales amplios.
Fue inaugurado en 1906, convertido pronto en orgullo de la ciudad y modelo para otras construcciones militares del país.

El 6 de agosto de 1942, otro fuerte terremoto, de magnitud 8.3, dañó severamente sus torreones. Algunos cayeron y los demás tuvieron que ser demolidos con dinamita. Aún sin su antigua imponencia, el cuartel siguió siendo un punto de referencia. Allí se recibía al presidente Jorge Ubico durante sus giras; los niños agitaban banderas, los empleados públicos aplaudían y la ciudad entera se vestía de fiesta.
Dentro del edificio funcionaban gimnasios, dormitorios, oficinas, calabozos e incluso una sala de castigos. Pero tras la revolución de 1944, el cuartel empezó a caer en el olvido. La creación de la Zona Militar No. 18 y los cambios en la estructura del Ejército generaron el traslado de su personal.
En los años 70, el edificio quedó bajo control municipal. Algunos salones se convirtieron en locales comerciales y bodegas; otros alojaron el Museo Ulises Rojas, que resguardaba piezas arqueológicas e históricas sin presupuesto ni cuidados.

Su final llegó sin ceremonia. A finales de los años 80, durante el gobierno de Vinicio Cerezo Arévalo y la administración municipal de Alfonso Villagrán Reina, el viejo cuartel fue demolido.
Muchos aseguran que la orden vino directamente desde la Presidencia. San Marcos perdió entonces una parte de su identidad, una joya que había resistido guerras, temblores y generaciones enteras.
"Hoy, el ruido del mercado cubre el silencio de los torreones y pocos recuerdan el sonido del reloj alemán que marcaba las horas de un pueblo que crecía bajo su sombra. El cuartel no era solo un edificio, sino que era un símbolo, un pedazo de la memoria colectiva que el progreso se llevó sin mirar atrás.

El cuartel de armas era un emblema de San Marcos, un símbolo de poder y de historia. Su desaparición dejó un vacío en la identidad urbana de la ciudad", reflexiona el historiador marquense José Campollo Mejicanos.
San Marcos se ubica en una región altamente sísmica del occidente de Guatemala, lo que explica el constante daño a sus edificaciones históricas. Desde 1900, el departamento ha registrado al menos tres terremotos de magnitud 7.0 o superior, siendo una de las zonas más afectadas del país.
La demolición del cuartel se enmarca en un patrón de destrucción de patrimonio en San Marcos. El Idaeh ha reportado la pérdida de al menos 21 inmuebles considerados bienes culturales. Expertos señalan la tendencia a destruir, en lugar de conservar, la memoria arquitectónica de la ciudad.




