La ola de indignación que hemos visto alrededor del Hospital Nacional de Salud Mental Carlos Federico Mora es un ejemplo de cómo los guatemaltecos nos preocupamos –y nos perdemos—en las formas, en vez de enfocarnos en los problemas de fondo.
Yo también soy culpable, por eso hablo en primera persona. No digo que no, no me abstraigo del fenómeno. Mea culpa. Pero ya va siendo hora de que luego de nuestra primera reacción, tratemos de ir un paso más allá.
El escándalo en torno al “Federico Mora” inició con la publicación de un video de la BBC que lo denuncia como uno de los asilos psiquiátricos más brutales y peligrosos del mundo: un centro de tortura, no una institución dedicada a la salud mental.
ADEMÁS: El video de la BBC que expone la realidad del Hospital Federico Mora
Que este hospital se haya convertido en un lugar abominable, donde 355 pacientes se encuentran en riesgo de sufrir abusos médicos, ataques violentos y agresiones sexuales, no es lo que provoca repulsa y alarma.
El “Federico Mora” ha sido una de las instituciones más descuidadas del Ministerio de Salud desde hace décadas y hasta ahora, a casi nadie parecía importarle. No hemos visto campañas televisivas por las personas que padecen trastornos psiquiátricos, ni carreras benéficas, ni siquiera un bingo o un post de Facebook.
Ah, pero eso sí, que la BBC, la prestigiosa British Broadcasting Corporation, una red de medios de comunicación adscrita a su Alteza Real Isabel II de Inglaterra, se haya percatado de la situación y haya difundido nuestros oprobios al mundo, eso sí es motivo de vergüenza.
No que la situación exista, no que haya una denuncia planteada ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos por los abusos que ahí se cometen, sino que la BBC se haya interesado en el problema y nos ponga de todos colores ante el resto de la humanidad: eso es lo que arde.
Pocos meses antes de que el reportaje de la BBC recorriera las redes sociales de los guatemaltecos, el periodista Andrés Zepeda de Nómada escribió un reportaje sobre el Federico Mora. Lo vimos y lo comentamos algún grupo de colegas y activistas, pero la sociedad en general lo dejó pasar porque en el fondo, ¿quién da un bledo por los pacientes?
Algo similar ocurrió luego con las declaraciones de la vicepresidenta Roxana Baldetti, quien tuvo el infausto impulso de caracterizar al Hospital de Salud Mental como “un lugar re-bonito” porque las instalaciones están rodeadas de jardín.
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Sin duda, el “soundbite” fue desafortunado pero las reacciones se han quedado cortas, al limitarse a la mala elección de palabras de la funcionaria, en vez de provocar una interpelación contundente a las autoridades de salud y a la cúpula gubernamental para que la situación del hospital se remedie.
@RadioPuntoGT ala pero si estaba rebonito pic.twitter.com/hLX43pCChD
Las características estéticas del “Federico Mora” son irrelevantes. El problema es que la institución sólo recibe Q40 millones al año, que siempre ha sido la última de las prioridades y que se ha convertido en un depósito de prácticas que van de irregulares a inhumanas donde los pacientes viven en riesgo constante.
La atención que reciben ahí los enfermos causa dudas por doquier. ¿Qué químicos se le administran a los pacientes y en qué cantidades? ¿Podemos garantizar que ahí no haya prácticas obsoletas y salvajes como las que en el pasado se utilizaban en los llamados “manicomios”, como shocks eléctricos, camisas de fuerza, enfermos amarrados a las camas? ¿Qué esperar si no hay pabellones para separar a hombres de mujeres ni a quienes padecen patologías con rasgos criminales de los enfermos pacíficos?
Espero que con la atención que ha concitado el reportaje de la BBC, el Hospital Nacional de Salud Mental mejore. Que en seis meses podamos ver que algo significativo se hizo en la institución para que los pacientes reciban atención de calidad en vez de estar sujetos al más total abandono, no sólo de las autoridades sino de una sociedad inclemente con los más vulnerables.
