Considerada un tesoro sevillano del siglo XVII, la Virgen de la Asunción llegó a Sololá tras un épico viaje en el que, según la tradición, realizó un milagro en alta mar para calmar una violenta tormenta.
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La historia de la Virgen de la Asunción en Sololá es un relato que se entrelaza con la fe, la tradición y los orígenes mismos de la evangelización en la región.
Aunque no existen documentos que precisen con exactitud la fecha ni las circunstancias de su llegada, testimonios transmitidos de generación en generación sitúan su llegada entre 1680 y 1690, mientras que otras investigaciones señalan que llegó al departamento hace más de 500 años.
De acuerdo con los relatos, la imagen fue traída desde Sevilla por frailes dominicos, una de las primeras órdenes religiosas en llegar al continente americano.

Se cree que su travesía estuvo marcada por un episodio que fortaleció la devoción hacia la virgen: mientras el barco que transportaba a los misioneros cruzaba el océano, una violenta tormenta amenazó con hundirlo. En medio del miedo y la desesperación, los religiosos se encomendaron a la imagen, pidiendo su protección. Poco después, el mar volvió a la calma, y los viajeros interpretaron aquel suceso como una señal de su amparo divino.
Tras aquel recorrido desde el Viejo Continente, la efigie fue colocada en el altar mayor de la catedral, donde ha permanecido como uno de los mayores símbolos de fe del pueblo sololateco.
Los materiales y la manufactura de la escultura revelan la influencia artística sevillana del siglo XVII, con rasgos delicados y una estructura sólida que ha resistido el paso del tiempo.

Con el paso de los años, la devoción hacia la Virgen de la Asunción creció hasta convertirse en una de las expresiones religiosas más representativas del departamento. En la cabecera de Sololá existen dos imágenes de la misma advocación: una que permanece en la catedral y otra que pertenece a la cofradía.
Aunque no se conocen datos del escultor, los investigadores coinciden en que la imagen proviene de Sevilla, como muchas otras piezas religiosas enviadas a las colonias españolas durante el periodo colonial. La orden dominica habría gestionado su llegada como parte del proceso de evangelización que transformó la vida cultural y espiritual del territorio.
Más allá de los documentos y las fechas, la historia de la Virgen de la Asunción en Sololá es una muestra de cómo la fe logra trascender el tiempo y las fronteras, inspirando esperanza a miles de devotos.




