Las Gemínidas son una lluvia de meteoros que ocurre todos los años en las fechas del 7 al 17 de diciembre, pero el “pico” se alcanza la noche del 13 para el amanecer del 14, cuando se ven muchas “estrellas fugaces” que es el nombre popular que se les da a los meteoros.
Científicamente se define como meteoro todo suceso temporal que ocurre en el cielo, sea este un viento, un rayo, un huracán o la estela que deja un fragmento de cometa cuando la Tierra choca contra ellos en el espacio.
En astronomía se conoce como meteoro a la estela luminosa que deja un pedazo de roca que entra en la atmósfera a gran velocidad, proveniente de una nube de fragmentos que son restos de un cometa o un asteroide y que la Tierra encuentra en su paso alrededor del Sol.

Los fragmentos de piedra entran a la velocidad de 180 mil kilómetros por hora, y se calientan por la fricción con las capas de la atmósfera, al punto que se desintegran, convirtiéndose en energía lumínica y calor. Es un ejemplo muy visual de la materia convirtiéndose en energía.
Las Gemínidas son meteoros que pueden ser observados en la noche del 13 de diciembre, a partir de las 10 pm, pero para ello usted debe trasladarse a un lugar oscuro, más oscuro que la ciudad, de manera que tenga las mejores condiciones para verlo. En las ciudades no se miran muchos meteoros porque las luces artificiales, las luces del alumbrado público, disminuyen su visibilidad considerablemente.
Este año, mis alumnos del Diplomado de Astronomía -una carrera corta en astronomía que imparte la Universidad Galileo- necesitaban hacer una práctica y qué mejor que prepararlos para la observación de esta importante lluvia de meteoros. Además podrían observar otras cosas, como la Nebulosa de Orión, las Pléyades, la galaxia de Andrómeda, el planeta Júpiter y otros bonitos objetos del cielo.
Para ello se fijó un nuevo lugar, llamado San Cristóbal El Alto, localizado en las afueras de Antigua Guatemala, departamento de Sacatepéquez, con una montaña bastante alta, ubicada a 1,840 metros sobre el nivel del mar. En ella, la comunidad de habitantes ha desarrollado una cooperativa que desea especializarse en turismo astronómico, invitando a quienes gustan de observar las estrellas a visitarlos. Recientemente han terminado un hotel, donde los visitantes pueden alojarse por una módica suma, tener un baño muy limpio, ducha con agua caliente y comida preparada en ese momento.
Su anfitrión, don Alfonso Xicay, fue muy amable en recibirnos y acomodarnos en las habitaciones, mostrándonos que tiene además una cabaña para grupos si varias personas desean compartir un lugar donde dormir bajo techo.

Para quienes deseaban acampar se proveyó un lugar muy bonito donde pudieran colocar su carpas y pasar la noche, el cual se muestra a continuación.

Una vez ubicados los miembros de la excursión, nos fuimos a cenar para esperar la hora en la que Géminis está visible y como a eso de las 10 de la noche salimos al lugar de observación. Resultó ser un jardín rodeado de árboles, en el cual se apagaron todas las luces artificiales, quedando solamente el cielo abierto con las estrellas brillando y abajo en total oscuridad. Se escuchaban expresiones como “¡uooo!”, “miren qué cielo”, y otras que no puedo transcribir aquí.
El grupo estaba formado por 14 estudiantes, más invitados y familiares, que lo llevaba a un número redondo de 20 personas. Al ver las estrellas en aquella oscuridad nos dimos cuenta inmediatamente que la brillantez de las mismas se había multiplicado por un factor de 10. En la capital las luces artificiales reducen el brillo de las estrellas. Pudimos ver de inmediato a Orión, la constelación imperdible por sus tres estrellas en línea recta, el cual está enfrentándose con Tauro, el Toro y es seguido por el Can Mayor. Todas estas estrellas que representan leyendas de la mitología griega brillaban a más no poder.

Pero las Gemínidas querían notarse esa noche y pronto comenzaron a amarecer, por Sirio, por Orión, en el zenith, una, dos, a veces dos seguidas, poco a poco fuimos contando con el grupo, uno, dos, tres hasta que después de un rato íbamos por treinta y una, treinta y dos, hasta que el frío de la noche nos detuvo.
Los estudiantes también alternaron el tiempo de observación con tiempo para explicar a los visitantes locales sobre la nebulosa de Orión, sobre las estrellas de Orión o Júpiter y sus satélites. Las explicaciones se interrumpían por un “¡aaaaah!” cuando pasaba uno que otro bólido, que es un meteoro más brillante y luminoso. Recuerdo haber visto varios de un color blanco rodeado por una luminiscencia de color celeste. Bellos. No había visto de ese color antes.

El conteo total fue de 66 gemínidas, y una noche muy alegre de observación, la verdad el corazón contento y regocijado de ver estas maravillas. A eso de las 2 am nos fuimos a dormir.
Luego de dormir nos levantamos al día siguiente, solo para encontrarnos con esta vista de los volcanes.

Esto coronó la observación. Regresamos satisfechos. Sin duda San Cristóbal El Alto es un buen lugar para hacer observaciones en la época seca del año.





