Martha Hernández, guardiana del Subanik, enseña su receta ancestral y promueve este platillo kaqchikel en festivales y escuelas.
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En el corazón del barrio La Joya, Martha Hernández se ha consolidado como la principal embajadora del Subanik, un platillo ceremonial y tradicional guatemalteco cuya historia se remonta al siglo XVIII.
Su incansable dedicación a preservar y promover este ícono de la gastronomía kaqchikel la ha convertido en una figura clave para salvaguardar el patrimonio cultural intangible de la nación.

El Subanik es mucho más que un alimento: es un símbolo de identidad y comunidad. Se prepara con esmero para ocasiones especiales, festividades religiosas y reuniones comunitarias.
Su receta combina carnes de pollo y cerdo con una salsa a base de tomate y una selección exclusiva de especias locales, reflejo de la riqueza agrícola de la región.
Hernández subraya la importancia de utilizar ingredientes autóctonos, apoyando así a los productores locales y garantizando la autenticidad de cada preparación.

Heredera de una receta ancestral, Martha no solo cocina, también enseña. Su misión es asegurar que las nuevas generaciones conozcan y dominen las técnicas tradicionales, razón por la cual imparte talleres tanto en su comunidad como en escuelas de gastronomía, compartiendo abiertamente la receta original para evitar que se pierda en el tiempo.
Su labor trasciende los fogones. Como miembro activo del Comité Gastronómico de San Martín Jilotepeque y de la Red Nacional de Cocineras de Guatemala, lidera la iniciativa para que el Subanik sea reconocido como Patrimonio Cultural Intangible de la Nación.

Además, ha representado a su municipio y a la cultura kaqchikel en festivales gastronómicos y presentaciones ante el cuerpo diplomático, recibiendo importantes reconocimientos por su aporte a la cultura nacional.
La presencia de Hernández en medios de comunicación locales y nacionales ha amplificado su mensaje, posicionando tanto al Subanik como a San Martín Jilotepeque en el mapa del turismo gastronómico del país.
Tradicionalmente, el platillo se acompaña de tamalito blanco y horchata, este platillo se ha convertido en un emblema de resistencia cultural gracias al compromiso de mujeres como Martha Hernández, quien, con cada enseñanza y cada ingrediente, mantiene viva la memoria de un pueblo.

Receta original para 15 personas
Para el recado
- 5 libras de tomate
- 4 chiles pimientos rojos medianos y maduros
- 3 chiles pasa medianos
- 2 chiles guaques
- 4 chiles dulces
- 4 onzas de miltomate
- 2 gallinas criollas (o 20 onzas)
- 2 libras de espinazo de cerdo en pedazos
- 2 libras de lomo de cerdo en pedazos pequeños
- 2 hojas grandes de hierba santa (subanik)
- 1 litro y medio de agua
- Sal al gusto
- 1 pizca de azúcar para balancear el sabor
Para el tamal
- 12 hojas de maxán frescas y limpias
- 12 tiras de cibaque para amarrar el tamal

Preparación
- Cocina la gallina en un litro de agua con sal al gusto. Cúbrela con las hojas (subanik) y deja cocer hasta que esté suave. Luego, agrega la carne de cerdo y muévela constantemente hasta que se cocine. En otra olla, cocina a fuego lento los tomates, los chiles y el miltomate.
- Prepara el cibaque remojándolo en un balde con agua hasta que se suavice. Una vez cocida la carne, prepara las hojas de maxán. Licúa los tomates y chiles cocidos y pásalos por un colador.
- A esta salsa, agrega las carnes, una pizca de sal y otra de azúcar. Deja hervir la mezcla de 20 a 30 minutos a fuego lento, removiendo de vez en cuando, hasta obtener la sazón y el sabor especial.
- Para formar el tamal, coloca el recado en las hojas de maxán, envuelve y átalo con cibaque.
- Hierve los tamales durante 30 minutos en un recipiente hondo con cuatro tazas de agua previamente calentada. Para servir, abre el tamal y acompáñalo con arroz, tamalito de maíz blanco y horchata.




