Misteriosa y trágica, la Taconuda forma parte de las leyendas urbanas más inquietantes de Guatemala y Centroamérica.
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Una de las historias poco conocidas en los barrios del Centro Histórico es el de la Taconuda, una narración trasmitida de forma oral y relatada por Óscar Cano, director de la compañía de teatro El Duende del Ático.
En ella se cuenta el trágico fin de "Eloisa", una mujer que ofrecía su cuerpo en los alrededores del Cerrito del Carmen para así poder mantener a sus tres hijos. Según se dice, la mujer llamaba mucho la atención de los clientes por usar siempre un vestido rojo y zapatos de tacón, con los cuales lucía muy elegante.

"La rutina de todos los días era salir en horas de la tarde hasta altas horas de la noche. Al regresar a su casa, por la mañana, se dedicaba a atender a sus retoños antes de mandarlos a estudiar", relató Cano.
Pero una noche su vida tomaría otro rumbo, uno a donde no se le podría seguir, no solamente para ella o sus pequeños, sino para toda la sociedad. Los cuerpos de socorro encontraron, a la mañana siguiente, su cadáver en la calle, lo cubrieron y esperaron las investigaciones correspondientes de agentes de la justicia.
Su muerte fue desconcertante para la sociedad. No se llegó a ninguna conclusión, pero lo cierto es que "algunos vecinos aseguran escuchar el sonido de los tacones de una mujer, a cualquier hora del día, acercándose por la espalda, al voltear a ver no hay nadie, se dice es Eloisa buscando justicia", comentó Cano.

Como muchas de las leyendas latinoamericanas sus orígenes son rastreables desde el tiempo de la colonia. Otra característica es la adaptación, pues otras versiones identifican a la mujer con el nombre de Mariana, una mujer de 1.90 de estatura que siempre llevaba tacones.
Atendía exclusivamente a taxistas hasta que una noche no regresó. Se dice que fue encontrada días después en un basurero clandestino de la zona 11 con señales de haber sido golpeada. Tiempo después, taxistas escuchaban el sonido de los tacones y repentinamente una mujer les solicitaba sus servicios.
Al siguiente día aparecían con basura en la boca y completamente locos.

Varios inicios
Se cree que esta leyenda inició en Nicaragua, posiblemente en tiempos de la colonia, allá la versión también varía, pero tiene algunos rasgos en común, como los zapatos de tacón, la describen como una "bella mujer" y es alta.
En ese país es conocida como Ana, a quien muchos hombres la pretendían, pero al no hacerles caso, dos de sus enamorados decidieron marcarle el rostro para siempre con un "chaye". Ella, al verse privada de su belleza, hizo un pacto con el mismo diablo para devolvérsela. A cambio de eso, ella está obligada a sacrificar un hombre cada fin de semana, por eso se les aparece a los que andan solos por la calle en lugares solitarios.
Otra versión es de El Salvador, descrita por el autor local J. Raúl González, donde describe un archivo antiguo de un terrateniente del poblado de Aguacayo, Cantón Aguacayo. En este se describe, "El relato... sobre la aparición del fantasma de una mujer vestida de blanco, con un ramo de flores en las manos que se aparecía y salía corriendo por la Escuela Ana Dolores Arias en horas de la noche, dejando escuchar el sonido de sus tacones".




