En Guatemala hay más de un millón de personas llamadas María y 998 mil que se llaman José. Otros de los nombres más comunes en el Registro Nacional de las Personas son Ana, Juana, Juan y Carlos. A diferencia de estos, hay otros que sobresalen por su extrañeza. Son nombres que solo unos pocos llevan.
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Los nombres propios no son simplemente un requisito legal. Son una marca social, un símbolo de aspiraciones, de influencias culturales y un intento por darle a la persona algo que le distinga de los demás.
Con el tiempo han cambiado las costumbres al momento de poner nombres a los hijos. Por ejemplo, durante la época colonial, lo normal era bautizarlos con nombres de personajes bíblicos o santos, dado el peso que tenía la religión. De allí que sea tan común que los nombres que más se repiten al día de hoy sean María y José.
Otra tradición tenía que ver con heredar el primer nombre del padre o la madre. En algunos casos, esa costumbre, que aún persiste, puede generar conflictos. Los hijos pueden sentir que llevar el mismo nombre que sus padres puede opacar su propia identidad.

Al día de hoy, el internet, las redes sociales y el acceso a una cultura más globalizada ha influido en la personalización de los nombres. Por eso es común que se busque algo diferente o incluso que suene "internacional", para buscar distinción.
Esos nombres raros
El Renap no publica de forma periódica un listado de nombres raros. Lo ha hecho una que otra vez de forma ocasional, pero han encontrado de todo. Nombres de marcas de electrónicos como Epson o Canon; nombres de cadenas comerciales como Walmart o Mcdonalds; o incluso nombres que en su idioma original no se usarían de esa forma como Loading (cargando, en inglés) o Brother (hermano, en inglés).
Aunque no conocemos con exactitud qué llevó a los padres a ponerle esos nombres a sus "retoños", su sola existencia demuestra sus influencias culturales y sus deseos.

Una constante es la influencia del cine, la música o el deporte. Por ejemplo, hay registros de guatemaltecos llamados Magkiber, posiblemente en referencia a McGiver, el personaje de acción de los años noventa. También aparece un Matrix, como la película; y algunos Diésel, como el combustible o el actor Vin Diesel.
En el caso del futbol hay nombres como Mesi u Ozil que hacen referencia a los jugadores Lionel Messi y Mesut Özil, lo que además obedece a esa fiebre futbolera por apoyar al Barcelona y al Real Madrid, la cual se intensificó hace más o menos dos décadas.
Así como en los ejemplos anteriores, en algunos casos los nombres tienen ligeras variaciones en su escritura. Ya sea para que se escuchen de forma distinta o para diferenciarlos de su referencia original. Por ejemplo, en el Renap está registrado el nombre Barny, que podría ser una variación del nombre del personaje del show para niños: Barney y sus amigos.

En otros casos la diferencia no surge del deseo, sino por un error. Por ejemplo, casos en que los padres escuchan el nombre, pero se lo deletrean equivocadamente al registrador. Así está el caso de Billgueys. Así aparece su nombre y podría ser una variación de Bill Gates, el dueño de la empresa estadounidense Microsoft.
En otros casos puede ser el personal registrador el que cometa el error. Esto era mucho más común cuando no existía el Renap y los encargados del registro eran las municipalidades. Así, Liliana puede convertirse en Iliana, o un Omar en Olmar. Para evitar estos errores, las autoridades ahora suelen revisar junto a los padres que la escritura sea la correcta.
En todos estos casos, esos nombres que nos parecen extraños son un deseo y símbolo de identidad que debe ser respetado.




