Alfarería pierde fuerza entre las nuevas generaciones
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Santa Cruz Chinautla se encuentra a tan solo 20 kilómetros de la ciudad, donde la mayoría de mujeres han aprendido a trabajar el barro en sus hogares, en lo que se conoce como alfarería.
Este oficio artesanal ha sido transmitido de abuelas a nietas. Sin embargo, según artesanas de mayor edad, esta práctica podría desaparecer debido a la falta de interés de las nuevas generaciones y los cambios en las dinámicas sociales y económicas.

María Velásquez, de 79 años, recuerda con claridad cómo a los 8 años comenzó a aprender el arte de la alfarería, un oficio que se convirtió en el sostén de su familia.
Gracias a su dedicación y esfuerzo, sacó adelante a sus ocho hijos y dos de ellos continúan la tradición familiar.

Velásquez, con nostalgia, contó que sus nietas no han querido seguir sus pasos, porque ahora asisten a la escuela, tienen otras aspiraciones y, sobre todo, consideran que el trabajo con barro no es bien remunerado.

"Ahora es poco lo que se gana, la gente lo quiere muy barato y nosotros pagamos por la paja, por el lodo, la arena y el flete", afirmó la entrevistada.
Agregó que las jóvenes prefieren trabajar en casas o en el Mercado Central, porque creen que allí ganan más y es menos pesado.




