Lo que comenzó como un sueño lleno de ritmo y movimiento, se ha convertido en una herencia viva del arte y la cultura en Guatemala.
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Hace 77 años, los escenarios guatemaltecos fueron testigos del nacimiento de una expresión artística que, más allá del movimiento, ha contado historias y expresado emociones: el Ballet Nacional de Guatemala.
Fundado oficialmente el 16 de julio de 1948, este conjunto de danza abrió su telón para dar inicio a una tradición que, a lo largo del tiempo, sigue representando el arte guatemalteco.
Su origen se remonta al sueño de los bailarines y esposos belgas, Jean Devaux y Marcelle Bongue, quienes con pasión y entrega sembraron las bases de lo que se transformaría en una institución emblemática para el Ministerio de Cultura y Deportes.
Durante más de siete décadas, el Ballet ha presentado obras de renombre que han conmovido al público guatemalteco: Romeo y Julieta, Otelo, El Lago de los Cisnes, El Cascanueces, La Bella y la Bestia, La Bella Durmiente, La Cenicienta, Carmina Burana, Titilganabáh, Don Quijote, Aladino, Macbeth, entre otras.
Sobre su escenario han desfilado grandes maestros, directores y artistas que han llevado el nombre de Guatemala a lo más alto, dentro y fuera de sus fronteras. Sus méritos han sido reconocidos con distinciones como la Orden de Arrayán y el Arco Iris Maya.
Originalmente, era conocido como el Ballet Guatemala, el 3 de diciembre de 2021 adoptó el nombre de Ballet Nacional de Guatemala "Christa Mertins", en homenaje a la destacada maestra Christa María Elena Mertins Hammer, quien dejó una huella invaluable en su historia.
Una danza invaluable
Por su profundo valor artístico, histórico y cultural, incluyendo su repertorio coreográfico, manuscritos, videos y cintas magnetofónicas, archivos y otros materiales relacionados, fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación mediante el Decreto 17-92 del Congreso de la República.
Este reconocimiento honra su legado y contribución al desarrollo cultural del país.
