En Guatemala, la venta de desayunos, refacciones, almuerzos y cenas en la calle, es muy común, pues representa una fuente de empleo y negocio informal para decenas de personas.
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Detrás esta gastronomía existen manos de hombres y mujeres que dan el toque mágico al sabor, además de madrugar para preparar los alimentos y trasladarse a su respectivo lugar callejero o abrir las puertas de su local en algún punto concurrido por personas.
Detrás de cada negocio existe una historia, y Nuestro Diario, hace eco en algunas de ellas.
Refacciones y tamales
A sus 73 años, Mary Catalán, conocida como doña Mary, sigue alquilando un cuarto pequeño en la línea férrea, Ciudad Real 1, zona 2 de Villa Nueva, y todos los días frente a su puerta coloca una mesa para vender refacciones y tamales.

Dice tener muchos nietos y cuatro hijos, pero confiesa que siente como si no existieran, porque sus tres varones se fueron a Estados Unidos y la olvidaron. Solamente una hija está en Guatemala.
Panes con pollo y chiles rellenos a un costo de Q8 y Q6, es lo que más le compran trabajadores y estudiantes.
Viernes y sábados ofrece tamales de pollo y cerdo a Q7, cada uno. Para prepararlos se levanta a la 3:00 de la mañana y a las 6:30, ya están a la venta.

Empezó la mamá, y ahora, ella
Carmen Macario, de 40 años, es viuda con tres hijos. Ofrece desayunos en el extremo de buses de Ciudad Real.
El negocio lo inició su mamá, Mary Macario, hace 45 años, vendiendo atol. Ahora ella está al mando desde las 6:00 de la mañana al mediodía, vendiendo panes con algún acompañamiento, frescos, atol y café.
También ofrece caldo de res, pacayas, ejotes envueltos, chiles rellenos, y huevos con frijoles. Empieza a cocinar a las 3:00 de la madrugada.

Desde Toto hacia la Atanasio Tzul
Gracias a la venta de panes con jamón y huevo, milanesa, lomo relleno, queso crema, jamón y queso, ensalada de pollo, salchicha, frijol, chile relleno, atol de corazón de trigo y de haba, Jorge García, de 55 años, ha podido criar a sus 10 hijos.
Es originario de la tierra prócer de Totonicapán, y decidió trasladarse a la capital para salir adelante. Su venta se sitúa en la calzada Atanasio Tzul y 42 calle, zona 12.
Trabajadores de bodegas y empleados de un centro comercial son sus clientes, y algunos automovilistas que se detienen a comprar. Lo conocen como "don George". Utiliza mascarilla, para crear confianza en su clientela, argumenta.
Recuerda que durante la pandemia del Covid-19, dejó de vender por falta de clientela y se puso a trabajar en albañilería, hoy está contento porque volvió a recuperar su negocio.

La carreta de Memín
Ha oído mencionar la carreta de Memín o "Chino", pues el dueño es Manuel Vicente, originario de Santa Cruz del Quiché, de donde migró hacia la capital hace 28 años, para trabajar en una venta de hot dogs, frente al Liceo Guatemala, zona 4 capitalina.
Luego alquiló un local en la zona 12 para vender música y películas en CD, pero como evolucionó la tecnología, tuvo que cerrar el negocio, y se puso a vender panes con carne, chorizo, longaniza, salchicha y salami.
Tiene 5 hijas, dos graduadas y dos que se van a graduar próximamente, y una que ya se casó. Él solamente estudió hasta sexto primaria.
Su doctrina es atender con carisma y mantener una buena sazón en sus preparados.
El frutero de la Petapa
Bolsas con frutas y tajín es lo que adornan los canastos del quichelense Gabino Hernández, quien se trasladó a la capital desde hace 30 años para vender frutas y sigue con ese negocio.
Vende desde las 8:00 de la mañana hasta las 5:00 de la tarde, y no pierde la oportunidad de ofrecer las frutas de temporada en la Avenida Petapa y 32 calle, zona 12.
Gracias a la fruta, mantiene a su esposa y seis hijos. Cuando era niño murió su papá, no tuvo la oportunidad de estudiar, un amigo le enseñó a leer y a escribir.