La Antigua Guatemala, joya colonial de Centroamérica, no solo deslumbra por sus ruinas y calles empedradas, sino también por el legado de su patrimonio religioso
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Entre sus edificaciones más significativas se encuentra la iglesia El Calvario, cuya historia es un testimonio de fe, devoción y la resiliencia ante los embates de la naturaleza.
Situada al final de la Calle de los Pasos, una vía que históricamente emulaba el camino de Cristo al Calvario, esta iglesia menor tiene sus raíces en el siglo XVIII.

Fue construida para servir como punto culminante de las procesiones penitenciales, especialmente durante la Cuaresma y Semana Santa. Originalmente, su estructura era más modesta, pero su importancia creció debido a su rol en la vida religiosa de la ciudad.
El Calvario no es solo un edificio; es un espacio cargado de misticismo y tradición. Su diseño, aunque más sobrio que el de las grandes catedrales, posee un encanto particular, refleja de la arquitectura barroca colonial guatemalteca.

A lo largo de los siglos, ha sido un refugio espiritual para los fieles y un escenario vibrante para las manifestaciones de religiosidad popular.
Sin embargo, la historia de El Calvario, como la de muchas edificaciones coloniales en Guatemala, ha estado marcada por la furia de los terremotos. Los sismos que azotaron la ciudad, especialmente el devastador terremoto de Santa Marta en 1773, causaron graves daños a la estructura.
A pesar de los estragos, la devoción de los antigüeños aseguró su reconstrucción y preservación. Cada piedra restaurada y cada detalle recuperado, habla del compromiso de la comunidad por mantener viva esta pieza fundamental.
Hoy, la iglesia de El Calvario es un lugar de peregrinación y un punto focal durante la Semana Mayor, atrayendo a miles de devotos y turistas que buscan conectar con la rica historia y las arraigadas tradiciones de La Antigua Guatemala.




