Descubre la historia de la Casa Real de San Martín Jilotepeque, una joya arquitectónica del siglo XVIII que resistió terremotos y que aún conserva su esplendor.
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La Casa Real de San Martín Jilotepeque, en Chimaltenango, se erige como un símbolo de resistencia cultural e histórica en el corazón del municipio.
Construida en el siglo XVIII, esta edificación de estilo colonial fue escenario de momentos decisivos para el país, entre ellos la breve estadía del poder legislativo en 1826, cuando, por unos días, el pueblo se convirtió en capital del Estado.

Entre el 12 y el 25 de septiembre de ese año, la Asamblea Constituyente de Centroamérica sesionó en San Martín Jilotepeque por iniciativa del vicejefe insurgente Cirilo Flores.
Durante aquel periodo, la Casa Real no solo fue sede de las reuniones legislativas, sino también centro de distribución de víveres en medio de los conflictos entre liberales y conservadores. Ese episodio quedó inmortalizado en una placa de mármol colocada en el edificio municipal.

Punto de encuentro
De acuerdo con Marcial Díaz, presidente de la Casa de la Cultura, el inmueble fue levantado con paredes de adobe y techos de teja de barro, materiales característicos de la arquitectura colonial. Con el paso del tiempo, además de funcionar como sede de autoridades locales, se convirtió en punto de encuentro para reuniones comunitarias y actos cívicos.
El terremoto de 1976 amenazó su permanencia al ocasionar severos daños estructurales; sin embargo, gracias al esfuerzo conjunto de vecinos y autoridades, se emprendieron trabajos de restauración que lograron conservarlo como patrimonio.

Hoy, la Casa Real es un referente para los sanmartinecos. Alberga exposiciones, actividades educativas y conmemoraciones, aunque líderes comunitarios advierten sobre la urgencia de nuevos proyectos de preservación que aseguren su futuro.




