¿Cremado o enterrado? ¿Te devorará la tierra o te quemarán las llamas? ¿Ya lo decidiste? Muchas personas dicen preferir la cremación a un entierro.
Algunos dicen que al morir desearían que su cuerpo fuera incinerado para que las cenizas sean esparsidas en el mar y así mezclarse con la naturaleza, otros preferirían que la urna sea conservada en casa para quedarse cerca de la familia, y a otros no les interesa lo que pase con su cuerpo porque ya no sentirán nada.
Durante muchos años, en Guatemala no existió la posibilidad de una cremación. Ahora que la opción está disponible en el mercado, sería bueno que conocieras estos detalles, si te interesa:
Según el asesor de ventas de Funerales Reforma, José León, el cadáver de un adulto se reduce a cenizas en un período de cuatro a seis horas en promedio. Si se trata del cuerpo de un niño podría tardar 40 minutos.
El fray de la iglesia Santo Domingo, Luis Roberto Aguilar, explica que la religión católica acepta la cremación siempre que previo al proceso se realice una misa de cuerpo presente y las cenizas no sean esparsidas.
La religión evangélica también lo acepta, pero cuando no es posible realizar el entierro en su país. Sin embargo, cuando la muerte es natural se pide un entierro normal, explica el Pastor y Presidente de la Asociación de Ministros Evangélicos Guatemaltecos, Otilio López.
Mientras que los Testigos de Jehová dicen no tener ninguna objeción, la página jw.org a la que refieren, explica que la disposición es pesonal porque en las Escrituras no encuentran algo que diga lo contrario.
El cuerpo humano de un adulto se compone en promedio de un 65% de agua así que solo requiere deshidratación y la incineración es de los huesos, explica León. A veces quedan pequeñas piezas como carbones, pero éstas se acomodan en las urnas.
Para incinerar cuerpos los hornos deben tener una temperatura de 800 a 1000 grados. Según las empresas de servicios funerarios, no se crema a dos personas juntas, salvo que sea madre e hijo, cuando el pequeño muere en el vientre, o cuando hay cadáveres que llegan de alguna catastrofe.
Regularmente un cuerpo incinerado produce de seis a seis libras y media de cenizas. El tamaño de la persona desde luego influye en la cantidad de cenizas que deja.
Las cenizas son colocadas en un cofre y se entregan a la familia, quien se debe encargar de llevarlas al lugar elegido: ya sea un cementerio, un jardín, una granja o incluso el extranjero. Las cenizas se pueden conservar en una urna, una bóveda, osario o mausoleo. El Artículo 20 del Reglamento de Cremación e Incineración señala que las urnas o recipientes depositarios de las cenizas producto de la cremación e incineración, deberán ser de metal o material resistente, deberán estar herméticamente selladas y deberán llevar grabados en forma legible, el nombre de la persona cremada y el número de orden que le corresponde en el registro de cremaciones.
Una persona no puede ser cremada de forma inmediata a su muerte. La ley exige que hayan transcurrido de 24 a 36 horas después de haber fallecido.
Basta con que la persona en vida haya decidido ser cremada y que en su certificado médico de defunción esté establecido que fue muerte natural. Si la muerte fue accidental o violenta, debe contar con la autorización de un juez.
Cuando las funerarias trasladan a los cuerpos utilizan una caja de aluminio, por lo tanto no es necesario comprar una caja. Hay familias que desean velar a su difunto y por eso compran un ataúd sencillo y luego lo donan a personas necesitadas.
La creamación se realiza sin caja. De hecho, los cuerpos que son incinerados ingresan al horno sin ropa, asegura el asesor de Funerales Reforma.
Precios de la cremación
