El gobierno iraní ha endurecido su postura y sostiene que cualquier inspección internacional es inviable en este contexto.
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Teherán reafirmó el sábado 28 de junio su negativa a permitir el ingreso del director del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, a las instalaciones nucleares que fueron atacadas recientemente por Israel y Estados Unidos. Además, descartó la posibilidad de reinstalar cámaras de vigilancia en esos sitios estratégicos.

El anuncio fue realizado por Hamid Reza Haji Babaei, vicepresidente del Parlamento iraní, quien justificó la decisión alegando la filtración de información confidencial, presuntamente obtenida a través de documentos israelíes. Según explicó durante un acto oficial, Irán considera que los recientes ataques forman parte de una prolongada campaña de agresión liderada por Washington desde hace más de cuatro décadas.

"La guerra de 12 días no es un conflicto aislado, sino una extensión de la histórica hostilidad de Estados Unidos contra nuestro pueblo", aseguró Haji Babaei. Añadió que el verdadero objetivo de estas agresiones no son las capacidades militares o nucleares de Irán, sino su soberanía y resistencia cultural.
El discurso del líder parlamentario fue respaldado por el ministro de Exteriores iraní, Abbas Araqchi, quien en declaraciones tanto públicas como en redes sociales acusó directamente a Rafael Grossi de colaborar indirectamente con los ataques. Araqchi afirmó que el jefe del OIEA "manipuló información" y "provocó" que el organismo aprobara una resolución crítica contra Irán, la cual, según él, sirvió de justificación para los bombardeos realizados por Israel y Estados Unidos.