Entre la bruma espesa y los verdes cerros que rodean la aldea Las Lagunas Cuaches, se esconde un espejo de agua que ha sido testigo de generaciones enteras.
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Entre la bruma espesa y los verdes cerros que rodean la aldea Las Lagunas Cuaches, se esconde un espejo de agua que ha sido testigo de generaciones enteras.
Se trata de la Laguna Cuache, un espacio de agua que surge como un embalse natural durante la época de lluvia, la cual guarda no solo el reflejo del cielo, sino también las historias y esperanzas de una comunidad que ha aprendido a convivir con sus ciclos.
A unos 12 kilómetros de la cabecera municipal de San Juan Ostuncalco, Quetzaltenango, en la ruta que conecta con Palestina de Los Altos y San Marcos, la laguna se mantiene serena y vigilante.
José Guadalupe Gómez, vecino de Ostuncalco, cuenta que sus abuelos le hablaron muchas veces de la laguna.
"Después de las lluvias, seis meses más tarde, esa agua seguía allí, y era la que servía para todo: para los cultivos, para el consumo, para lavar. En tiempos de sequía, era nuestro respaldo", dice mientras observa el borde del embalse natural, que aún resguarda su caudal con timidez.
Una leyenda del lugar
La laguna Cuache no solo ha sido fuente de agua, sino también de relatos mágicos que sobreviven al paso del tiempo. Entre las historias que más se comentan en la comunidad está la aparición de una misteriosa mujer vestida de blanco, conocida como la cuidadora de la laguna.
Se dice que en las madrugadas más frías, cuando la niebla envuelve por completo el lugar; esta figura baja hasta el agua, se baña en silencio y luego desaparece, como fundiéndose entre la neblina que caracteriza esta zona montañosa, una de las más altas de San Juan.

No todo ha sido calma. El cambio climático ha impactado fuertemente en este rincón natural.
Hace algunos años, la laguna no logró llenarse en la temporada lluviosa y permaneció seca por un largo periodo. "Fue triste verla vacía, como si también ella estuviera sufriendo", comenta un agricultor de la zona, quien hoy forma parte de los comunitarios que se esfuerzan para protegerla.
Los vecinos, conscientes de su valor ecológico, cultural e histórico, han iniciado un proceso de conservación. Reforestan, limpian y vigilan la laguna con la esperanza de que siga siendo útil para las futuras generaciones, así como lo fue para sus antepasados.
Origen del nombre
El nombre "Cuache", según relatan los vecinos más antiguos del lugar, proviene de que antes no era una sola laguna, sino que eran dos, gemelas que compartían el valle y de ahí surgió el nombre de la aldea. Pero con los años, las lluvias cada vez más impredecibles y los cambios en la topografía redujeron el paisaje a una sola laguna, la única que ha resistido.
A unos 12 kilómetros de la cabecera municipal de San Juan Ostuncalco, en la ruta que conecta con Palestina de Los Altos y San Marcos, la laguna Cuache se mantiene, serena y vigilante.




