Sololá protege su riqueza natural con acciones para salvar al quetzal, pavo de cacho y pato gallareta de la extinción.
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En el corazón de los altos de Guatemala, el departamento de Sololá, famoso por su icónico lago de Atitlán y sus imponentes volcanes, alberga una biodiversidad única que enfrenta graves amenazas.
Especies como el quetzal, el pavo de cacho y el pato gallareta luchan por sobrevivir en medio de la contaminación, la introducción de especies invasoras y la expansión agrícola.

Según expertos del Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap), la región es un hotspot de conservación, pero sin acciones urgentes.
Bajo amenaza
Una de las joyas de Sololá es el quetzal, ave nacional que encuentra refugio en las faldas del volcán Atitlán. Este pájaro, con su plumaje verde esmeralda y cola larga en los machos, habita los bosques nubosos del Parque Regional Municipal Mirador Rey Tepepul, en Santiago Atitlán, donde se alimenta de frutos.
Sin embargo, está en peligro de extinción debido a la expansión agrícola, la tala ilegal, los incendios forestales y su baja tasa de reproducción. Predadores naturales como halcones y tucancitos verdes también contribuyen a su declive.
En 2024, el parque se consolidó como un sitio clave para la observación de aves, promoviendo el aviturismo y la reproducción de árboles nativos para asegurar su alimento.

Otra ave en riesgo es el pavo de cacho o pavo de monte, una especie endémica de la región centroamericana que reside en las alturas del volcán San Pedro. Este pájaro sigiloso y escurridizo enfrenta amenazas por la degradación de sus bosques montanos y nubosos.
En las aguas del lago de Atitlán, el pato gallareta, una especie única en el lugar, corre riesgo de desaparición. Sus poblaciones han disminuido por la cosecha del tul, la introducción del pez lobina negra, que depreda huevos y crías, y la reducción del nivel del agua.
Ecologistas advierten que esta ave, protegida por la Ley de Áreas Protegidas (con penas de hasta diez años de prisión por la caza), podría extinguirse si no se controla la contaminación y la degradación vegetal, que afecta a unas 40 especies de aves dependientes del tul.
Es por ello que organizaciones como Conap y la Autoridad para el Manejo Sustentable de la Cuenca del Lago de Atitlán (Amsclae) lideran iniciativas para revertir esta tendencia.
En el caso del pato gallareta, las autoridades realizan monitoreos y campañas de concientización para prohibir la caza y proteger el tul.
Para el quetzal, se promueve la siembra de 800 árboles de aguacatillo en viveros municipales. Además, en 2024, se firmaron acuerdos en Panajachel para conservar especies amenazadas.
"Sololá no solo es un tesoro cultural, sino un bastión de biodiversidad que requiere protección inmediata", afirma el Conap.




