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Médicos y enfermeros: los héroes que luchan contra el coronavirus

  • Por AFP
15 de abril de 2020, 07:21
Los médicos y enfermeras son fundamentales en el mundo. (Foto: AFP) 

Los médicos y enfermeras son fundamentales en el mundo. (Foto: AFP) 

Médicos, enfermeras, auxiliares de enfermería y otros trabajadores de la salud se han convertido en héroes involuntarios en la lucha contra el coronavirus, conquistando elogios y sentidos aplausos desde los balcones y las calles de todo el mundo.

Desde la africana Duala hasta la monumental Roma pasando por la cosmopolita Nueva York, nuevo epicentro del virus, hasta la azotada Guayaquil, la pandemia se ha cobrado la vida de 126 mil personas, entre ellas numerosos médicos y enfermeras.

La vida diaria de ese ejército de profesionales sanitarios, con una vocación a toda prueba para tratar de salvar vidas, es muy difícil.

La alta afluencia de pacientes, la falta de equipos, el miedo a la infección y la necesidad de dar apoyo a los pacientes más graves son los dificultades y tareas que deben superar y cumplir cada día, sin contar con los reclamos de vecinos que les piden no volver a casa. 

  • RECUERDA: 

Italia: el peligro del contagio

En Italia, uno de los países más golpeados del mundo, decenas de médicos y enfermeras han perdido la vida por el coronavirus y miles de trabajadores de la salud resultan contagiados. Mascarillas, cascos, guantes, batas ... han transformando gradualmente a las enfermeras y a los médicos en cosmonautas. 

Vestirse y lavarse las manos son meticulosas tareas que exigen mucho cuidado y llevan mucho tiempo.

"No hemos establecido un tiempo específico para ese proceso, pero estimamos que para un turno de siete horas, se necesitan alrededor de 40-50 minutos sólo para vestirse", explicó la enfermera Silvana Di Florio, coordinadora de la unidad de cuidados intensivos covid-19 del hospital Tor Vergata de Roma. 

"Cuando se trata de lavarse las manos y de desinfectarlas, calculamos que empleamos uno 60-75 minutos al día", agregó.

"El personal médico no debe enfermarse, ¡no tanto por su capacidad de trabajo, sino porque sería injusto!", afirmó.

Ecuador: caos en las calles

"¡Marchamos a la guerra sin armas!". Enclaustrada, enferma, la veterana enfermera de Guayaquil, el principal puerto ecuatoriano en la costa del océano Pacífico, no oculta la ira frente al contagio de 80 colegas y la muerte de cinco.

Con cientos de cadáveres sin retirar de las propias viviendas debido a la falta de espacio en la morgue y al colapso de los servicios hospitalarios y funerarios, el coronavirus ha desencadenado el caos en la capital económica de Ecuador, uno de los países de América Latina más afectados por la pandemia. 

"No teníamos listo el equipo necesario cuando esto (la epidemia) empezó a devastar a Europa", lamenta la enfermera, de 55 años, obligada a cuidarse en casa, debido a que los hospitales están saturados. 

Su reparto en emergencias recibió pacientes con "síntomas significativos, pero debido a la falta de pruebas, fueron tratados como si tuvieran gripe y enviados luego a casa", contó.

"No teníamos equipo de protección personal, pero tampoco podíamos negarnos a atender a los pacientes", reconoció. 

Estados Unidos: sin protección 

"Somos los combatientes en los puestos de avanzada (...) y no tenemos las armas ni la armadura para protegernos del enemigo", dice Judy Sheridan-Gonzalez, enfermera de la unidad de emergencia durante una manifestación organizada frente a un hospital de Nueva York. 

Como ocurre en otros países del mundo, las enfermeras se quejan de la falta de mascarillas, de batas, de equipos de protección, por lo que temen por sus vidas y la de sus pacientes. 

Con aproximadamente 195 mil 000 casos confirmados de Covid-19 y aproximadamente 10 mil 000 muertes, el Estado de Nueva York es hoy en día el epicentro de la pandemia que azota a Estados Unidos, actualmente el país más afectado. 

Benny Mathew, otro colega enfermero de 43 años, cuenta que contrajo el virus después de atender a al menos cuatro pacientes. Cuando la fiebre bajó, el hospital le pidió que volviera al trabajo. "El único criterio que tienen es el de la fiebre. Me pidieron que me pusiera una mascarilla y volviera ... Hace falta personal, así que mi deber era volver (...) pero tenía miedo de transmitir la enfermedad a mis colegas y a los pacientes que no la tienen", recalcó. 

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