A Arturo lo sacaron en camilla por la puerta de uso exclusivo para el personal administrativo. Tenía el cuello inmovilizado. Su semblante era tranquilo, pero aquella mirada inquieta delataba su nerviosismo. Eran las 12:45 horas en el correccional para menores Las Gaviotas. Lo peor ya había pasado.
“Yo lo único que pido es que haya más seguridad”, rogó a los medios de comunicación que le preguntaron por las exigencias de los menores de edad recluidos. “Yo no soy pandillero, yo soy ‘paisa’”, exclamó indignado.

El joven de 17 años lo dijo con el mismo tono con el que diría que le va a un determinado equipo de fútbol. Es que ser "paisa" encierra cierto orgullo: son todos los reclusos que no pertenecen a ninguna pandilla.
Arturo y un grupo de "paisas" protagonizaron una fuerte riña con miembros del Barrio 18 dentro de las instalaciones.

Momentos tensos
A las 10 horas, ante la inminente amenaza de que la pelea se tornara en amotinamiento, las autoridades del correccional activaron los protocolos de seguridad. Las sirenas de las patrullas y las ambulancias rompieron con el monótono rechinido de los vehículos que circulaban por el bulevar Atanasio Tzul.

Un grupo de privados intentó escapar por la azotea del centro. Los menores saltaron el muro y volvieron a entrar a la bodega que había sido tomada en el amotinamiento del 03 de julio, donde robaron cerveza y otros objetos.
El almacén, donde funciona una distribuidora, fue evacuado por una puerta lateral a la primera señal de alerta.
- ASI TE LO CONTAMOS:
La Policía Nacional Civil (PNC) llegó con agentes antimotines. Lanzaron bombas de gas lacrimógeno y entraron con fuerza a la bodega, a una preprimaria y a un terreno aledaños, donde se creía que habían saltado los jóvenes. De las ventanas de una construcción cercana salieron densas columnas de gas.
Los familiares de los privados de libertad se inquietaron. Las madres pidieron información de sus hijos. Se metieron al área acordonada por la policía y se asomaron por las paredes. Gritaron el nombre de sus hijos, los buscaban desesperadamente.

Los agentes de la PNC se vieron obligados a sacar a las mujeres. Una gritó: “¡Ustedes porque no tienen hijos!”. Otra reclamó: “¡No tienen control de nada!”. Afuera del perímetro, una persona de la tercera edad se arrodilló y exclamó: “La sangre de Cristo proteja a mi nieto”.
Finalmente, un grupo de agentes antimotines sacó a 11 reclusos que habían intentado escapar por la bodega. En total, 12 jóvenes, entre ellos Arturo, fueron trasladados al hospital por caídas e intoxicación de gas lacrimógeno y otros dos porque se les saltaron los puntos al escalar los muros de la prisión.
La riña
Lo que provocó la riña aún no está claro. Las versiones de los reclusos son contradictorias, sin embargo coinciden en que se debió a rivalidades entre los diferentes grupos del correcional.
Arturo dice que los pandilleros querían empezar un motín para escaparse del centro y les pidieron ayuda a los "paisas". No obstante, ante la negativa de los no mareros, “los de la 18” empezaron a golpearlos.

Por su parte, un privado de libertad, mientras era subido a una ambulancia para ser trasladado, dijo que los paisas los querían matar, que ellos solo querían manifestarse por la mala condición de la comida, que no quería que revisaran a las mamás cuando entraran y que querían más entretenimiento.
Según la Secretaría de Bienestar Social, hay 566 reclusos en este centro carcelario, de los cuales 191 son mayores de edad.
25 de julio de 2017, 05:07