Nacieron en Estados Unidos, pero por sus venas corre la pasión por Guatemala y es tanta que Joshua Rosales Maldonado, aprovechando que la Selección está en Houston, transmite a sus hijos lo que una vez su progenitor, oriundo de la zona 8 de la capital, le inculcó a él.
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En el lobby del hotel de concentración de la Bicolor los encontramos y a primera vista vimos que eran compatriotas, porque los dos pequeños vestían camisola azul y blanco. "Estoy aquí para ver a la Selección, es mi primera vez y estoy emocionado", dijo Pharez, el mayor, ya con un par de firmas recolectadas.
La suerte los ha acompañado, ya que un día antes se encontraron con un par de seleccionados en un centro comercial, pero no estaban conformes, querían más fotos y autógrafos. "Samayoa, Hagen y Darwin ya me firmaron y vine al hotel para conocerlos a todos. Estoy feliz", expresó Jedediah.
Los pequeños hasta le sacaron conversación a Rubio Rubín y Aarón Herrera. "Qué golazo le iba a anotar a Jamaica", le dijeron al delantero. "Sí, lástima, no entró", respondió Rubín, llevándose las manos al rostro, sobre ese cabezazo de palomita que le atajaron.

Como buen padre y guatemalteco, Joshua inspira a sus hijos a no olvidar de donde vienen. Vio la luz del mundo en Estados Unidos, tierra en la que su papá, quien es capitalino, y su mamá, quetzalteca (Salcajá), se instalaron en 1978.
"Los traigo para inculcarles nuestra cultura y el amor a Guatemala. Que no se pierda ese amor. Los he seguido en Alabama, Cansas, en donde sea. Nos fascina la Selección, tengo recuerdos con Carlos Ruiz y ahora ellos con esta Selección. Ojalá pasemos a siguiente ronda y vayamos al Mundial".