Al llegar a la meta, Sydney McLaughlin miró el reloj del marcador y se sentó en la pista sacudiendo su cabeza con un gesto de rechazo.
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La estadounidense Sydney McLaughlin, de 21 años, consiguió los 400 metros vallas, logrados un día antes por el noruego Karsten Warholm y se llevó el oro en esa prueba con un nuevo récord mundial, donde el canadiense Andre De Grasse sucedió a Usain Bolt como campeón de los 200 metros.
Sin embargo, luego de cruzar la línea de meta, la atleta despertó la curiosidad de los espectadores que estaban viendo la carrera. Ya que no hubo gritos, ni festejos. Jamás sonrío.
La joven miró el reloj del marcador y se sentó en la pista sacudiendo su cabeza con un gesto de rechazo.
Mira aquí el momento:
the most exciting race of the Olympics, a matchup two years in the making, two stars trading world records — everything about Sydney McLaughlin vs Dalilah Muhammad lived up to the hype. my story on the saga for @espn: https://t.co/GUXJLv89NT
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La sonrisa en el rostro de Sydney nunca apareció a pesar de haber roto el récord mundial con un tiempo de 51.46 y convertirse en la deportista más joven en escalar a lo más alto del podio en esta disciplina.
Incluso, la primera muestra de felicidad en la pista llegó por parte de Dalilah Muhammad, quien conquistó la medalla de plata por detrás.
