La Iglesia de San Jacinto en Chiquimula, con más de 200 años de historia y rica arquitectura colonial, es un bastión de fe en el oriente del país. Descubre cómo este símbolo, cuya construcción inició en 1756, sobrevivió a desastres y se sometió a una profunda restauración.
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Con más de doscientos años de historia, la iglesia de San Jacinto es uno de los símbolos más representativos del municipio que lleva su nombre, en el departamento de Chiquimula.
Su construcción, entre 1756 y 1780, bajo la guía del sacerdote Juan Antonio Gallardo y Barahona, marcó el inicio de una tradición religiosa y cultural profundamente arraigada entre los habitantes de esta localidad. Con cimientos de piedra y una mezcla de arena y cal, el templo se convirtió en un ejemplo destacado de la arquitectura colonial de la región.

El paso del tiempo y los desastres naturales dejaron su huella en esta edificación. El terremoto del 4 de febrero de 1976 causó daños severos en el altar mayor, lo que obligó a la comunidad a levantar un muro de concreto y piedra en forma de concha para resguardar la imagen del patrono, San Jacinto.
Las paredes de adobe, debilitadas por el sismo, fueron retiradas y sustituidas por estructuras más resistentes, marcando el inicio de una serie de transformaciones que cambiarían para siempre la fisonomía del templo.

En 1988, la iglesia fue erigida como parroquia independiente, separándose de la jurisdicción de Quezaltepeque. Desde entonces, ha sido guiada por fray Segismundo Prusinski, OFMCap., quien lideró uno de los procesos de restauración más importantes en la historia del lugar.
Entre 1993 y 1998 se reconstruyó prácticamente todo el templo: se reemplazó el adobe por ladrillo tayuyo, se instalaron una bóveda y cúpula de concreto, se levantaron columnas y arcos internos, y se remodeló la fachada con dos torres nuevas. También se colocaron ventanales, altares de cedro y revestimientos de mármol.

Estas obras culminaron con la consagración de la renovada iglesia el 17 de diciembre de 1994, encabezada por el Nuncio Apostólico Giovanni Battista Morandini y por monseñor Rodolfo Quezada Toruño.
El crecimiento del complejo parroquial continuó en los años siguientes. En 1996 se inició la construcción de la nueva Casa Parroquial y, posteriormente, se edificó un salón de usos múltiples y un despacho pastoral. Para 1998 se levantó el Centro Catequístico, destinado a la formación de catequistas, delegados de la palabra, ministros extraordinarios de la eucaristía y otros servidores laicos.

En la actualidad
Actualmente, la parroquia atiende a más de una docena de comunidades rurales, entre ellas El Carrizal, Pueblo Nuevo, Santa Cruz San Nicolás, El Zapote y Las Lomas. Con una población aproximada de 10 mil habitantes, la mayoría católicos, San Jacinto celebra el 8 de febrero su fiesta patronal, una tradición que fortalece la fe y la identidad local.
Durante recientes actividades pastorales, feligreses como Diego Aldana resaltaron que estos espacios "ayudan a crecer en la fe y mantener la unidad". Para el feligrés Kevin Castillo, la parroquia es "un lugar de consuelo y esperanza", mientras que Juan Morales recordó que "la participación de cada persona es esencial para construir una iglesia cercana y solidaria".






