Las cosquillas son las mejores aliadas para un momento de risas, robarle una sonrisa a un niño, un juego corto y amistoso, seducción e intimidad y también para... matar.
¡Un momento!, ¿qué? Sí, también para matar.
Y es que quedas a expensas de tu torturador, no controlas tu cuerpo y llega el momento que empiezas a sufrir.
Las cosquillas suaves y cortas son placenteras, pero históricamente también se han utilizado para torturar a los ladrones al punto de llevar a la muerte a cualquier humano.
¿Crees que exageramos?, ahondemos:
Las cosquillas y el derrame cerebral
Cuando las cosquillas son provocadas, puede generar un fuerte estrés en la persona que la recibe, haciendo que pierda control de su cuerpo y su sistema entre en un estado de tensión, fatiga y ansiedad, y aunque no parezca peligroso, si se hace constantemente puede desencadenar hasta un derrame cerebral.
Tortura China
Uno de los casos más conocidos lo resaltó la investigadora Irene Thompson en su libro A to Z of Punishment and Torture. La "tortura china por cosquillas".

Fue practicada principalmente durante la Dinastía Han y se usaba como un método de castigo para los criminales o traicioneros, ya que no dejaba marcas y la víctima podía recuperarse.
Según Mark Schreiber, otro analista del tema, en Japón se acostumbraba a cosquillear "sin misericordia" a cualquier criminal.
Josef Kohout, un prisionero de la Segunda Guerra Mundial, afirmó haber presenciado a oficiales nazis torturar a otro preso con cosquillas hasta que falleció.

De igual forma, en un artículo de 1842, un historiador identificado como L.G.C. habló de otro tipo de torturas comparándolas con la de las cosquillas, señalando que «incluso el cosquilleo de la planta de los pies comúnmente ha provocado muertes», lo cual sirve como confirmación de que era común que sucediera.

Ahora sí, cuando la víctima entre tus dedos te pida que pares de torturarle, hazle caso, hay un límite para las cosquillas.

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