Fuleco, la mascota del Mundial de fútbol de Brasil, es un animal real y entrañable: un armadillo bolita que lucha contra la extinción. Pero hasta ahora la Copa no le está ayudando mucho.
El armadillo bolita es un curioso animal de 50 centímetros que cuando se siente en peligro se recoge y con su duro caparazón en forma una perfecta bola, de ahí su elección como mascota de la Copa del Mundo.

La ONG Asociación Caatinga propuso a la FIFA que adoptara el "tatú bola" como mascota, convencida de que Brasil, país de enormes bosques y selvas, tenía que vincular la Copa del Mundo al medio ambiente y aprovechar el evento para proteger especies y ecosistemas en peligro.
Más de 1.7 millones de personas votaron por bautizar al pequeño armadillo, que pesa menos de un kilo y se alimenta de hormigas, raíces y frutas, como "Fuleco", la combinación de las palabras "fútbol" y "ecología".
Científicos vinculados al instituto de biodiversidad ICMBIO del gobierno han lanzado una provocadora campaña en la que reclaman a la FIFA y al gobierno que cada gol del Mundial sea transformado en mil hectáreas de protección de la Caatinga.

Del lado brasileño, ya ha habido algunas buenas noticias para el armadillo, ya que está por salir un plan con metas específicas para su conservación, informa el ministerio de Medio Ambiente.