No los puedes ver, pero están ahí. Son ácaros microscópicos, criaturas de ocho patas semejantes a arañas que seguramente pasan toda su vida en nuestras caras. Allí comen, se aparean y, finalmente, mueren.
Pero antes de que salgas a comprar un jabón facial extrafuerte para eliminarlos deberías saber que estos huéspedes probablemente no representan un problema serio y hasta podrían ser totalmente inofensivos.
Además, son tan comunes que podrían revelar nuestra historia evolutiva con incomparable detalle.
Hay dos especies de ácaros que se alojan en tu rostro: el Demodex folliculorum y el Demodex brevis.
Ambos son artrópodos, el grupo que incluye animales de piernas articuladas como insectos y cangrejos. Al ser ácaros, sus parientes más cercanos son las arañas y garrapatas.
En comparación con otras partes del cuerpo, tu rostro tiene poros más grandes y numerosas glándulas sebáceas, lo que puede explicar por qué los ácaros suelen vivir ahí, aunque también se les encuentra en otros lugares como genitales y pechos.
Residentes antiguos
Los científicos han sabido, desde hace tiempo, que los humanos tienen ácaros en la cara. En 1842 en Francia se encontraron D. folliculorum en cerilla humana.
En un estudio de 2014 Megan Thoemmes de la Universidad State en Raleigh, EE.UU., y sus colegas se encontró que, como en investigaciones anteriores, que cerca del 14% de las personas tienen ácaros visibles.
¿Dañinos?
Los ácaros no tienen ano, pero de todos modos tienen que defecar; así que esos desechos se van guardando hasta su muerte cuando explotan, degradándose en tu cara.
Eso puede sonar horrible pero, sorprendentemente, parece que los ácaros no son dañinos.
Lo que sí se ha relacionado con los ácaros es un problema en la piel llamado rosácea, que afecta principalmente a la cara. Comienza con un enrojecimiento antes de avanzar a una irritación permanente, manchas y una sensación de ardor o escozor.
En un estudio publicado en 2012 Kavanagh concluyó que la raíz del problema radica en los cambios en la piel de las personas debido, por ejemplo, al envejecimiento o por la exposición al clima y no por los ácaros.
*Con información de la BBC